María Magdalena llora cerca del sepulcro vacío, cuando de repente ve a Jesús vivo. Al principio ella no lo reconoce, pero él la llama por su nombre. Ella queda asombrada y corre a anunciar la buena noticia a los demás. Jesús le confía una misión llena de alegría. Los niños podrán colorear el jardín de flores, los vestidos y el rostro radiante de María. Es un encuentro lleno de ternura.